Esperanza que no defrauda (parte 2/3)

ESPERANZA: EL ESLABÓN PERDIDO

Permítanme compartir con ustedes otro testimonio sobre el poder de la esperanza bíblica. Alice y su marido, una preciosa pareja de Pennsylvania, EE.UU., querían un hijo propio. Lo intentaron durante diez años, pero Alice no podía concebir. Incluso se había sometido a un año de tratamientos de fertilidad, sólo para desarrollar más tarde un quiste grande y doloroso en su ovario derecho. Le extirparon el quiste por laparoscopia, pero tras la operación le diagnosticaron una endometriosis grave. Su médico le propuso medicarla para concebir, pero Alice prefirió no medicarse. Decidió creer que Dios la bendeciría con un hijo y que podía hacerlo y lo haría independientemente del tratamiento médico.

Pasaron los meses y Alice seguía sin concebir. Entonces, un día, escuchó un sermón mío que explicaba la esperanza bíblica y la animaba a esperar en un Dios misericordioso.

También aprendió que este Dios la había hecho justa y la había calificado para toda bendición a través del sacrificio de Jesús en la cruz. Con la esperanza bíblica en su corazón, nacida de una nueva revelación del amor de Dios por ella, Alice le dijo a Dios que quería un bebé campeón. A Dios sea la gloria, Alice concibió poco después. Y después de un embarazo y un parto sobrenaturalmente fáciles, ella y su marido tienen ahora un precioso niño llamado Noah.

“Me dijeron que las personas con el nivel de endometriosis que me diagnosticaron sólo tienen entre un uno y un dos por ciento de posibilidades de concebir sin tratamiento, y que incluso con fecundación in vitro, las probabilidades son bajas”, explica Alice. “Sin embargo, ¡aquí está Noé sin ayuda del hombre!”.

¿Cuándo llegó su punto de inflexión? Permítanme compartir con ustedes lo que Alice explicó de forma tan conmovedora:

Mientras escuchaba tu mensaje, me di cuenta de que me había centrado tanto en intentar tener fe en un bebé, pero en realidad tenía miedo de esperar un bebé de la forma de “expectativa positiva de bien” que has descrito. Pensaba que atreverme a esperar me traería más decepciones porque nunca había oído que la esperanza era algo seguro para los que están en Cristo. Este era el eslabón que me faltaba para entender la fe como la sustancia de las cosas que se esperan, no como una obra o un nivel de creencia que necesitaba mantener.

¿No es hermoso? La esperanza brotó en su corazón cuando se dio cuenta de que la fe no era algo en lo que tuviera que trabajar o tratar de mantener. Y cuando se dio cuenta de que la esperanza “era algo seguro para los que están en Cristo”, su fe se disparó. Por eso la Biblia dice que la fe es la certeza de lo que se espera. Tu fe no puede llevarte adonde quieres ir sin el combustible de la esperanza. Y, como Alice descubrió, esta esperanza es algo seguro, una expectativa inquebrantable de un resultado muy favorable.

Amado, si estás enfermo en este momento, quiero animarte a que sigas teniendo una expectativa confiada de que te vas a mejorar. Si tienes carencias económicas, sigue teniendo una expectativa positiva de que el suministro está en camino. Sigue esperando que ese adolescente rebelde se convierta en un hombre o una mujer de Dios. Sigue esperando, sabiendo que esta esperanza no te decepcionará porque está anclada en el amor del Señor y en su obra terminada. Y uno de estos días, más pronto de lo que piensas, ¡disfrutarás del fruto de tu esperanza!