Esperanza que no defrauda (parte 1/3)
Esperanza que no defrauda (parte 1/3)
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Libérete de los pensamientos negativos y comienza a desarrollar una expectativa confiada en la bondad de Dios hacia ti cada día. En esta serie de tres partes, el pastor Joseph Prince te muestra por qué puedes seguir confiando en Dios para tu avance. ¡Anímate al comenzar este viaje para experimentar el gran amor de Dios por ti!
Espero conseguir el trabajo. Lo necesito de verdad.
Espero que mi hija sea aceptada en esta escuela. Es la mejor de la zona.
Espero de verdad que esta enfermedad que tengo se cure y no empeore.
He oído a muchas personas expresar estos sentimientos -y muchos más parecidos- sin ninguna esperanza real de que suceda lo que desean. A menudo, sus expresiones de esperanza están impregnadas de desánimo y preocupación por que ocurra lo contrario.
¿Cómo podemos tener una esperanza que no se deje al azar o a las fuerzas de ahí fuera, o a los caprichos y fantasías de seres humanos volubles? ¿Cómo podemos tener una esperanza que no se vea afectada por los errores que hemos acumulado, ni dependa de nuestros limitados conocimientos y capacidades?
Amigo mío, quiero presentarte lo que yo llamo “esperanza bíblica”: el tipo de esperanza que no te decepciona ni te juega malas pasadas.
¿Por qué es tan segura y cierta? Porque está anclada en algo inamovible, inconmovible y totalmente digno de confianza: el amor de Cristo y Su obra consumada en el Calvario.
Te ruego que hoy lleves esto muy dentro de ti: Nada puede separarte del amor de Cristo. Nada puede deshacer Su obra terminada. Si hay un hombre en quien puedes confiar al cien por ciento todo el tiempo, alguien que nunca te fallará, es Cristo Jesús. Cuando esperas en Él y en Su amor por ti, ¡esa esperanza no te defraudará!
LA ESPERANZA DE UNA MADRE HECHA REALIDAD
Anita, una madre soltera que vive en Virginia (Estados Unidos) con sus dos hijos adolescentes, compartió conmigo su testimonio de que precisamente esta esperanza se había apoderado de ella y le había dado fuerzas durante toda la espera.
Anita, que había sido despedida de su puesto de supervisora de producción en una fábrica, se enfrentaba a la posibilidad real de pasar apuros económicos para pagar a tiempo las facturas del hogar y llevar comida a la mesa, a menos que encontrara un trabajo bien remunerado. Rehusándose a albergar temores y pensamientos negativos durante su período de desempleo, Anita eligió en su lugar mirar al Señor, Su amor y Sus maravillosas promesas para ella encontradas en Su Palabra. Ella mantuvo su enfoque en Su gracia mientras escuchaba mis sermones sin parar, ¡reproduciéndolos incluso mientras dormía!
Llena del amor del Señor por ella, oró y le pidió el trabajo de sus sueños: un puesto como gerente de recursos humanos.
Me contó cómo, en los meses que fueron y vinieron mientras esperaba el empleo, una profunda seguridad y confianza guardaban su corazón.
Su esperanza en que el Señor proveería lo que ella y su familia necesitaban era tan fuerte que cuando la gente le preguntaba, ella simplemente les decía con una certeza inquebrantable que todo iba a salir bien.
¿Qué mantenía viva esa esperanza en ella y en qué se traducía? Dejaré que Anita te lo cuente con sus propias palabras:
Mientras escuchaba los sermones, el amor de mi Padre celestial y de Jesús se hizo tan verdadero en mi corazón que supe que todo iba a salir bien. Cada vez que había que pagar las facturas, oía al Señor decirme: “No pienses en mañana, te basta con mi gracia”. Y, efectivamente, todo salía bien.
Al cabo de diez meses, el director general de una organización me llamó. Me dijo que estaba revisando el escritorio del anterior director de recursos humanos y se topó con mi currículum, y que le entraron ganas de entrevistarme. En la entrevista, ¡me contrató en el acto! Cuando le conté mis expectativas salariales, me respondió que me iba a dar bastante más de lo que yo quería. Alabado sea el Señor. Ahora tengo el trabajo de mis sueños y sé que el Señor me envió aquí. ¡Es simplemente maravilloso!
¡Qué testimonio tan alentador! La esperanza inquebrantable que experimentó Anita protegió su corazón de temores y ansiedad paralizantes y de posibles malas decisiones financieras durante el período en que estuvo desempleada.
Su esperanza era inquebrantable sólo porque sabía cuánto la amaba el Señor. Y no se sintió decepcionada.
El Señor nunca dejó de proveer a las necesidades de su familia cuando surgieron. Y no sólo respondió a su oración y le dio el trabajo de sus sueños, sino también un salario más alto de lo esperado.
ESPERANZA ANCLADA EN EL AMOR DE DIOS
Amigo mío, este es el tipo de esperanza que quiero que tengas. La esperanza bíblica es una expectativa fuerte, alegre y confiada de que algo bueno te sucederá, basada en la Palabra inmutable de Dios y no en las palabras cambiantes del hombre. Está anclada en el amor perfecto de nuestro Señor y no en el amor imperfecto o la capacidad del hombre. Y tiene, como fundamento sólido e inquebrantable, la obra consumada de Cristo.
Por eso Romanos 5:5, RVC dice: “Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.” Su amor es lo que garantiza nuestra esperanza. La razón por la que tú y yo podemos “saber”, en lugar de sólo “esperar”, que nos sucederán cosas buenas es que Dios nos ama. Y Él demostró este amor en la cruz cuando entregó a Su propio Hijo para morir por nuestros pecados. Ahora bien, si no escatimó a Su Hijo, ¿cómo no nos dará con Él también gratuitamente todas las cosas (ver Rom. 8:32)?
Amado, Dios no quiere que atravieses las tormentas de la vida con una actitud vacilante y actitud de “ojalá”, sacudida de un lado a otro por incertidumbres, ansiedades y temores.
No, Él te ama tanto que quiere que tu alma esté estable y anclada en la esperanza bíblica -una expectativa confiada y positiva del bien de Aquel que no defrauda. Él quiere que disfrutes de una esperanza segura y firme que te lleve a través de cada prueba hacia sorprendentes avances y victorias.
Así que quiero animarte hoy a esperar en el Señor, en Su amor y en lo que Él ha hecho por ti a través de la cruz. Si estás enfrentando algún problema financiero, quiero que pases de decir: “Las cosas están mal y sólo espero salir adelante” a decir: “Confío en que la situación cambiará y seré abundantemente suplido porque Jesús me ama”. La esperanza bíblica te dará la confianza para creer y decir esto.
Mi amigo, tú puedes vivir cada día con una expectativa confiada de que algo bueno te sucederá porque tu no eres como la gente del mundo-tu eres un hijo del Dios Altísimo. Tienes un Padre celestial que te cuida con esmero, te ama profundamente, te favorece mucho y sólo tiene buenos planes para tu vida.
Este artículo fue escrito originalmente en inglés por el pastor Joseph Prince.
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