Éxito en la empresa después de haber sido despedido

Siempre me había sentido como un fracaso total, ya que siempre había sido el último en todo: en la escuela, en la universidad, en los deportes y en el trabajo. Nunca había tenido éxito en nada y pensaba que nunca me iría bien en la vida.

En 2005, después de trabajar quince años en una empresa de telecomunicaciones, me despidieron. Mi mujer y yo decidimos volver a nuestra ciudad natal, Ciudad del Cabo. En 2006, mi hermano mayor, empresario, me dio la oportunidad de dirigir su empresa de hospedaje. En aquel momento, la empresa estaba en quiebra y yo no tenía ni idea de cómo dirigirla y mucho menos de cómo hacer que tuviera éxito.

Un día, el Señor me habló y me dijo: “Este es tu negocio tal como te lo he dado. Sigue adelante y haz lo que tengas que hacer y yo te guiaré”. Así que seguí adelante e hice lo que me pareció correcto para el éxito de la empresa.

Efectivamente, el Señor ha sido fiel y me ha ayudado a darle vuelta al negocio. También nos ha bendecido abundantemente a mi esposa y a mí, más allá de lo que jamás hubiéramos soñado o imaginado. Ahora tenemos nuestras propias propiedades y nuestra casa está casi pagada.

Lo más asombroso es que incluso antes de que supiera cualquier detalle sobre el negocio, Dios había previsto nuestras necesidades y me había preparado para tener éxito en él: ya había comprado una casa que está a sólo cinco minutos en coche de mi oficina. Como tiene un garaje grande, pudimos utilizarlo para guardar el equipo de limpieza de la empresa. También pudimos convertir una habitación de la casa en una oficina donde una empleada se encarga del trabajo administrativo.

Verdaderamente, Dios me puso para desarrollar y tener éxito en este negocio. Y Él ha sido fiel: nunca hemos sufrido pérdidas y sólo hemos obtenido beneficios. El negocio es exitoso sin esfuerzo y sin “sudor”.
Mi vida cambió cuando escuché por primera vez el mensaje de la gracia de que soy la justicia de Dios en Cristo y que todos mis pecados pasados, presentes y futuros han sido perdonados. Toda la gloria a Dios por Su maravillosa gracia, ya que ciertamente no merezco todas estas bendiciones. Gracias, Jesús.

Chris Swart | Sudáfrica