Ganar la batalla por tu mente (parte 1/3)

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Libérate de pensamientos opresivos y negativos y comienza a vivir una vida abundante llena de gozo, paz y plenitud mental. Únete a Joseph Prince en esta serie de tres partes y descubre cómo puedes vencer todas las ataduras mentales descansando en la obediencia de Cristo y Su obra terminada en la cruz.

Una mente sana es la voluntad de Dios para ti

Sola en su habitación, Mandy se miraba al espejo. La habitación, casi sumida en la oscuridad, sólo estaba iluminada por el resplandor de la pantalla del ordenador. La red no le había proporcionado el escape que buscaba. La música sonaba de fondo, a todo volumen, para ahogar los pensamientos y las voces furiosas en su cabeza. Volvían a desatarse en su mente, una tras otra, sin descanso:

Soy fea. Soy un fracaso. Nadie me quiere. Nada me sale bien. ¿Por qué estoy viva? No merezco vivir. Odio mi vida. Sólo quiero morirme!

Convencida de que era una fracasada fea e inútil, la adolescente empezó a alejarse de amigos y familiares. Pronto se hundió en el profundo y oscuro pozo de la depresión, que la acorralaba cada día más. Lo intentaba, pero no conseguía salir de aquel agujero negro. Parecía como si una nube oscura hubiera envuelto su mente, su vida y su futuro.

Mandy empezó a sufrir frecuentes ataques de ansiedad, despertándose en medio de la noche para encontrarse sofocada y con el corazón latiendo con fuerza debido a un miedo inexplicable. Estos ataques la llevaron a la sala de emergencia. Incapaz de soportar todo el terror y el tormento, intentó varias veces acabar con su vida.

Mandy podría haber acabado como otra estadística de suicidios si no hubiera sido por su hermano, que la visitaba, le hablaba de Jesús y la invitaba a la iglesia. Aunque al principio se resistía, Mandy finalmente fue cuando sintió un fuerte e inexplicable deseo de asistir a un servicio religioso un domingo. Ese día, su vida cambió para siempre. Ella misma lo cuenta:

Ese domingo, durante el culto, algo me conmovió profundamente y se me saltaron las lágrimas. Durante el sermón, Jesús se me reveló. Anteriormente, sólo había oído hablar de Él, pero como el Pastor Prince compartió el Salmo 91, El Señor me reveló Su amor – el hermoso amor de un Salvador que murió por mí, pagando el precio para darme vida abundante. Desde ese mismo día, los ataques de ansiedad nunca volvieron. Mi psicólogo celestial, Jesús, me liberó de las asfixiantes garras de la depresión.

Cuanto más veas tu verdadera identidad en Cristo, más pensamientos de paz y propósito reemplazarán a esos pensamientos derrotistas y condenatorios.

Después de recibir una revelación personal del amor del Señor por ella, una de las primeras cosas que Mandy notó fue que su vida de pensamientos comenzó a cambiar. Pensamientos como, soy fea, soy sucia y soy un fracaso, empezaron a ser reemplazados por pensamientos como, soy tan amada por Jesús que Él murió por mi y soy Su preciosa hija. Cuanto más comenzaba a ver su verdadera identidad a la luz de la gracia de Dios, más pensamientos de paz y propósito comenzaban a reemplazar esos pensamientos derrotistas y condenatorios, hasta que perdieron por completo el control de su mente. Me dijo:

Ahora, cuando me miro en el espejo, veo a una preciosa hija de Dios con un propósito para vivir y este propósito es ÉL. Su amor es inagotable y sé que me ama a pesar de mis errores. No soy perfecta. Todavía cometo errores, pero sé que mi perfección es Cristo, y mientras más entiendo Su obra terminada, más encuentro que soy transformada.

Amigo mío, este precioso testimonio es sólo uno de los muchos que he recibido de personas rescatadas por la gracia del Señor del pozo de la depresión y de pensamientos desesperados y derrotistas. El simple hecho de recibir el amor y la gracia de Jesús les dio el poder para liberarse de las cadenas invisibles que los ataban. Y continuaron experimentando un avance tras otro en sus vidas.

Hoy en día, muchas personas sufren pensamientos ansiosos y depresivos, pensamientos que los mantienen abatidos, derrotados e incapaces de superar las heridas y decepciones del pasado. Muchos, sin que lo sepan sus amigos y familiares, están lidiando ahora mismo con pensamientos derrotistas que, como a Mandy, les hacen sentirse feos e inútiles. Cuando se les permite crecer y echar raíces, estos pensamientos pueden llevarles por un camino de inseguridad perpetua, problemas sociales, adicciones graves, enfermedades e incluso la muerte.

Una lucha común, pero Dios nos quiere libres

Los pensamientos negativos nos bombardean a todos.No perdonan a nadie, llegan, sin invitación, a veces desencadenados por las cosas más insignificantes. Para algunos, una palabra, una mirada, o encontrarse con una situación familiar puede iniciar una cadena de pensamientos oscuros que pueden escalar fuera de control y llevarlos a un lugar temeroso y solitario.

Tú puedes ser un marido dado a pensar: “Mi mujer y mis hijos no me respetan. Como cabeza de familia, soy un fracasado”. O tal vez la idea de ir a la escuela o al trabajo por la mañana te llena de temor porque piensas: “No le caigo bien a la gente. Todo lo que hago parece estar mal”. He conocido a personas preciosas que se mantuvieron alejadas de la iglesia debido a pensamientos como: “Dios está en mi contra. Él no me ama. Sigo metiendo la pata”.

Amigo mío, sé de primera mano lo que es estar atormentado por pensamientos negativos. Cuando era adolescente, a causa de algo que leí, creí que había cometido el “pecado imperdonable” y perdido mi salvación. Empecé a tener todo tipo de pensamientos oscuros sobre mi vida y mi destino. Creía que iba a ir al infierno. Incluso tenía pensamientos blasfemos sobre Dios y me obsesionaba compulsivamente a confesarle mis pecados. Me detenía a confesar mis pecados a mitad de una conversación o de un partido de fútbol. Mi mente estaba tan oprimida que estaba a punto de perderla. ¡Y la idea de que mi mente se quebrara en cualquier momento realmente me asustaba!

Como creyente, todos tus pecados ya están perdonados a través del sacrificio perfecto de Jesús.

Pero Dios en Su gracia me liberó. Me reveló el evangelio de la gracia: cómo todos mis pecados ya habían sido perdonados a través del sacrificio perfecto de Jesús y cómo soy justo por la fe y no por mis obras. Recibí la bendita seguridad de mi salvación y supe en mi corazón que el cielo es mi hogar. Todavía recuerdo el momento en que fui liberado; fue como si las tiras de metal que me rodeaban la cabeza se hubieran roto y caído, y experimenté Su increíble paz y libertad.

Este artículo fue escrito originalmente en inglés por el pastor Joseph Prince.

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