Habla y entra al suministro de dios (Parte 2/3)
Habla y entra al suministro de dios (Parte 2/3)
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Cuando nos enfrentamos a desafíos, Dios quiere que hablemos a nuestras montañas en lugar de hablar de nuestras montañas. Únase a Joseph Prince en esta serie de tres partes y aprenda la importancia de hablar las promesas de Dios sobre su situación. Entienda cómo Dios le ha dado autoridad en Cristo para reinar en la vida a través de las palabras que usted habla.
Parte 2: Habla con tu montaña
Cuando nos enfrentamos a un gran problema, como una enfermedad crónica o una gran deuda financiera, nuestra tendencia natural es hablar del problema o de la “montaña”. Sin embargo, Dios quiere que hablemos a la montaña y no sobre la montaña. Así que en lugar de quejarte de tu problema a los demás e incluso a Dios, ¡habla a tu montaña! Usa la autoridad que Dios te ha dado en Cristo y ordena que el problema desaparezca.
Cuando Moisés clamó a Dios por el avance del ejército egipcio -los israelitas estaban a punto de ser masacrados- Dios le dijo a Moisés: “¿Por qué clamas a mí? Dile a los hijos de Israel que avancen. Pero levanta tu vara y extiende tu mano sobre el mar y divídelo”. (Éxodo 14:15¬-16) Dios le estaba diciendo a Moisés que usará la autoridad que le había dado, de la cual la vara era un símbolo. Así es como Moisés dividió el Mar Rojo e hizo una vía de escape para los israelitas cuando no había ninguna.
Amigo mío, ¿te molesta un síntoma persistente o doloroso en tu cuerpo? Dígale que se vaya. Tú simplemente estás reforzando la victoria y la autoridad que Cristo, por Su obra terminada, ha pagado para que tú lo tengas. Así que en lugar de permitir que el síntoma controle tu vida y rogarle a Dios que haga algo al respecto, ¡toma e las riendas y haga haz que haga lo que tu quieres que haga! Diga: “¡Síntoma, sé desarraigado en el nombre de Jesús! Ya no me dirás lo que tengo que hacer. Te ordeno que abandones este cuerpo redimido y no vuelvas nunca más”. Dígalo y crea que lo que diga se cumplirá, ¡y así será!
Aunque creer es importante, hablar lo es aún más.
El mismo Jesús dijo: “…el que diga a este monte: “…cualquiera que dijere á este monte: Quítate, y échate en la mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho” (Marcos 11:23, RVA). Fíjate en que decir aparece tres veces mientras que creer sólo aparece una vez. Nuestro Señor nos está diciendo que aunque creer es importante, hablar es aún más importante. ¡Así que empieza a hablarle a tu montaña!
“Pastor Prínce, le he estado hablando a mi montaña, pero sigue ahí. ¿Qué debo hacer?”
Mi amigo, no te rindas. Sea persistente. Permíteme compartir contigo un testimonio personal para animarte. Solía tener un lunar bastante grande en el lado izquierdo de mi cuello. Estuvo allí durante varios años, pero no me molestó realmente hasta que empecé a usar camisas en las que el cuello rígido me rozaba. Así que finalmente decidí hablar con esta “montaña”. Se podría decir que estaba haciendo una montaña de un grano de arena.
Me acerqué al espejo, lo miré y le dije: “Te maldigo hasta tus raíces en el nombre de Jesús. Muérete, sécate y cae”. No pasó nada. Al día siguiente, me miré en el espejo y todavía estaba allí. Durante los siguientes meses, cada vez que era consciente del lunar, lo maldecía: “Te maldigo hasta tus raíces. Muérete, sécate y quítate en el nombre de Jesús”.
Entonces un día, mientras hablaba con mi esposa, fui impulsado por el Espíritu Santo a buscar el lunar. Fui al espejo, me miré el cuello y descubrí que el lunar ya no estaba allí. Aunque no sucedió de la noche a la mañana, ni en una semana ni en un mes, finalmente sucedió. Y sucedió porque finalmente decidí tomar autoridad sobre él y seguir hablándole. Así que no te rindas, amigo mío. Sigue hablándole a tu montaña, creyendo que lo que dices sí ocurrirá. Puede que no veas cambios inmediatos u obvios, pero sigue haciéndolo. Un día te darás cuenta de que ya no está ahí para molestarte.
Hablar por sí mismo es poner en acción tu fe
Mi amigo, Dios ha hecho que sea fácil para ti recibir tu avance. Todo lo que tienes que hacer es creer que Su vida está constantemente disponible para ti, hablar lo que crees de Su Palabra y creer lo que hablas. No hay necesidad de ponerte en toda clase de “actos de fe” para recibir el milagro que necesitas. Hablar en sí mismo es poner en acción tu fe. En el nuevo pacto, todo lo que queda por hacer es creer y hablar. Todo lo que se necesita es tu confesión hecha con fe (Romanos 10:6-10).
“No hay necesidad de hacer otras cien cosas y desgastarse. Sólo creer y hablar”.
Un ejemplo es una señora de mi iglesia que quería perder peso. Cuando uno de mis líderes la conoció y notó que había adelgazado, le preguntó: “¿Qué hiciste? ¿Qué tipo de dieta hiciste?”. Ella contestó: “No hice ninguna dieta ni ejercicio. Sólo le hablé a mi cuerpo: ‘Cuerpo, estás adelgazando'”. Cada vez que se miraba en el espejo, decía: “Te veo adelgazar”. ¿No es increíble? ¡Sólo tenía que hablar para ver el resultado que quería! (Ahora bien, si tu médico te ha recetado una medicación o una dieta especial o un régimen de ejercicios, cúmplela. Sin embargo, todavía puedes liberar tu fe simplemente hablando a tu cuerpo).
Así que no hay necesidad de hacer cien cosas más y desgastarse. Sólo cree y habla. Si tienes un problema con tu corazón, di: “¡Corazón, te llamo fuerte y robusto, cada arteria sea clara y saludable en el nombre de Jesús!” Todo tu ser responderá a eso. No sólo eso, porque estás ordenando en el nombre de Jesús, también estás hablando al Sumo Sacerdote de tu confesión. Él está escuchando y hará que se cumpla lo que le confiesas con fe.
Este artículo fue escrito originalmente en inglés por el pastor Joseph Prince.
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